
Algunos arqueólogos e investigadores más ortodoxos como Edgar Cayce, un visionario estadounidense dado a conocer por predecir el asesinato del presidente John Kennedy, difundió la teoría de la existencia de antiguas civilizaciones como los atlantes, y aseguró que fueron estas civilizaciones quienes construyeron los monumentos miles de años antes, en plena Era del Hielo.
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Ya en el Imperio Antiguo a partir de la IV dinastía aparecen «maldiciones» contra los profanadores de tumbas, en las cuales por ejemplo, el Ba del difunto (halcón con cabeza humana) podía ejecutar por sí mismo a los profanadores, agarrándolos y quebrando su cuello como a un pájaro.

La maldición del faraón, es una creencia que se basa en maldiciones escritas, apoyadas por escritores admiradores de temas esotéricos como Marie Corelli, autora «best seller», al igual que nada más y nada menos que Sr. Arthur Conan Doyle, defensor y practicante de costumbres espiritistas. Dicha condena caería sobre todos aquellos que se atreviesen a molestar la tumba del soberano del Antiguo Egipto. La maldición se asociada al descubrimiento de la tumba del Rey-niño, el faraón Tutankamón de la XVIII dinastía en el Valle de los Reyes, en 1922, la mejor conservada de todas las tumbas faraónicas encontradas hasta la fecha y bajo la teoría de que el célebre arqueólogo y egiptólogo inglés Howard Carter, habría hallado también un fragmento de cerámica con la siguiente inscripción: «La muerte golpeará con su miedo a todo aquel que perturbe el reposo del faraón». Poco tiempo después del hallazgo comenzaron a morir personas que habían visitado la tumba, dando nacimiento al mito y la leyenda de la maldición del faraón.

Lord Carnarvon, un aristócrata inglés conocido por ser el patrocinador que financió la excavación de dicha tumba, falleció cuatro meses después por una infección pulmonar. A la muerte de Carnarvon siguieron varias más. Su hermano, Audrey Herbert, el hombre que dio el último golpe al muro para entrar en la cámara real, murió en El Cairo poco después, sin ninguna explicación médica. Sir Douglas Reid, que radiografió la momia de Tutankamón, enfermó y volvió a Suiza donde murió dos meses después. La secretaria de Carter murió de un ataque al corazón, y su padre se suicidó al enterarse de la noticia. Un profesor canadiense que estudió la tumba con Carter murió de un ataque cerebral al volver a El Cairo. Pero la teoría de dicha condena se debilitó y desapareció con el paso del tiempo pues el propio Carter murió por causas naturales 17 años después, en 1939.
La existencia de un trono de hierro hecho con mineral meteorítico de origen extraterrestre en la Gran Pirámide de Keops ha sido planteada para explicar el enorme vacío detectado con tecnología punta en su interior, de al menos 30 metros de largo. Giulio Magli, director del Departamento de Matemáticas y Profesor de Arqueoastronomía del Politécnico de Milán explica que «hay una posible interpretación [de este vacío], que está en buen acuerdo con lo que sabemos sobre la religión funeraria egipcia, como se ve en los Textos de las Pirámides. En estos textos se dice que el faraón, antes de llegar a las estrellas del norte, tendrá que pasar las puertas del cielo y sentarse en su trono de hierro«. Pero ese hierro no es hierro derretido, sino hierro meteorítico, es decir, caído del cielo en forma de meteoritos de hierro (distinguible debido al alto porcentaje de níquel) y nuevamente citado en los Textos de las Pirámides.

Es cierto que los egipcios conocían este material desde muchos siglos antes de Keops, y continuaron usándolo para objetos especiales diseñados para los faraones durante milenios, como la famosa daga extraterrestre de Tutankamón, hecha de una plancha que vino, literalmente, del espacio, según resultados de análisis de un grupo de investigadores del Politécnico de Milán, la Universidad de Pisa y el Museo Egipcio de El Cairo publicados en la revista Meteoritics and Planetary Science, donde se analizó la composición de la pequeña espada de hierro hallada en el sarcófago del faraón.
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Si alguna vez tienes el honor y el placer de conocer tan geniales estructuras, recuerda que estas maravillas llevan más de 4000 años en su sitio, resistiendo guerras, conquistas faraónicas y tormentas en el desierto, cuídalas y se respetuoso, no las destruyas tú.
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