
Las principales divinidades del Antiguo Egipto estaban rodeadas de múltiples creencias y rituales que fueron emergiendo con el desarrollo de la veneración de dichas deidades, agrupando dioses locales en torno a un dios principal y para acercar así la religión al pueblo, el cual estaba convencido del control y los poderes sobrenaturales que tenían estas divinidades, capaces de alterar el destino de las personas. Estos seres omnipotentes eran considerados eminentemente locales, pues se encontraban dioses en cada aldea y un dios provincial, el cual reinaba en el nomo o pueblo. Esta doctrina comprende varias creencias religiosas y rituales practicados en el Antiguo Egipto durante más de tres milenios: desde el período predinástico hasta la adopción del cristianismo tras la romanización.
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En el Canon Real de Turín, también conocido como «Papiro Real de Turín» o «Lista de Reyes de Turín«, se mencionan los nombres de los faraones que reinaron en Egipto, precedidos por los dioses que gobernaron antes de la época faraónica como Ptah, Ra, Shu, Geb, Osiris, Seth, Thot, Maat y Horus; cada cual durante inmensos períodos, después reinaron los Shemsu Hor (seguidores de Horus) durante 13.420 años, antes de surgir la primera dinastía de faraones. Así, los predecesores de Menes (rey del Antiguo Egipto considerado por algunos el unificador y fundador de la dinastía I) ocuparon el trono egipcio durante 36.620 años.
En el libro «Dioses, mitos y rituales en el Antiguo Egipto», de la autora Susana Alegre, se describe una síntesis bastante clara sobre los aspectos fundamentales de la religión en el antiguo Egipto y se profundiza en las creencias que impulsaron la momificación, la construcción de las pirámides y la liturgia en los templos.
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Con el paso del tiempo y por supuesto como resultado de distintas vicisitudes políticas, poco a poco se fueron conformando sincretismos que ocasionaron la existencia de dioses estatales, como la principal tríada divina compuesta por Osiris, Isis y Horus, adorada desde tiempos lejanos en la región de Heliópolis, capital del Antiguo Egipto. Agrupar a los dioses en tríadas compuesta por una pareja con un hijo era una característica del panteón egipcio. Son tres dioses originarios del Delta que representan al dios de la vegetación y de la inundación, y que fueron elevados al rango de divinidades nacionales durante el siglo IV.

La Enéada de Heliópolis incluía la tríada Osiris- Isis– Horus que mencionamos anteriormente y a los dioses Atum, Shu y Tefnut, Nut, Geb, Seth y Neftis. Atum es el creador del universo y uno de los dioses más importantes de esta mitología, también conocido como Ra, el dios del sol. Shu representaba al dios del aire, su nombre significaba el vacío, pues era el espacio que separaba al cielo de la tierra, así como también simbolizaba la luz; considerado un dios tranquilo y bueno como el aire fresco que llegaba a Egipto. Tefnut es una de las deidades principales entre los dioses egipcios, la diosa de la humedad, la lluvia y el rocío, hermana y esposa de Shu, el dios del aire, e hija de Atum. Nut era la diosa del cielo, autora de la creación del universo, hija de Shu y Tefnut, dioses del aire y de la humedad, hermana y esposa de Geb, quien encarnaba al dios de la tierra y con quien tuvo cinco hijos. Esta diosa era considerada una de las deidades más antiguas de las tumbas Egipto. Geb era el dios de la tierra, no sólo reinaba en la superficie de la misma, sino también en el interior, por lo que se decía que dominaba el inframundo, lo cual le daba un papel muy importante en el libro de los muertos. Seth era considerado como una deidad malvada, el dios del desierto, las sequías y las guerras. Neftis era la deidad que representaba la oscuridad, la noche y la parte invisible de la existencia terrenal. Se le conocía también como la señora de la casa de Horus, y simbolizaba a la reina del inframundo y la muerte. Sus padres fueron Nut y Geb y sus hermanos Isis, Osiris y Seth.

Por su parte, la triáda sagrada de la ciudad de Elefantina estaba constituida por Jnum, Satis y Anuket. Jnum, representado con una cabeza de carnero, era considerado como el dios de las fuentes del Nilo. Satis era la diosa que regía sobre las aguas del Nilo, las diferentes cataratas y la hermana de Anuket, diosa del agua, conocida como la gobernante de Nubia. Las crecidas del río Nilo que otorgaban la fertilidad de sus tierras eran consideradas como uno de sus abrazos.
En la metrópoli de Menfis gobernaban Ptah, Sejmet y Nefertum. Ptah era uno de los creadores del universo, considerado el arquitecto por excelencia, maestro de la construcción. Sejmet era la diosa de la guerra, hija de Ra, con una vertiente peligrosa y dañina, pero al mismo tiempo tenía otra sanadora. Nefertum era conocido también como Atum, hijo de Sejmet y Ptah, formando los tres la trinidad de Menfis.

Tebas, la ciudad más venerada del antiguo Egipto y donde se alzan los templos de Karnak y Lúxor era dominada por la Tríada Tebana de Amón, Mut y Jonsu. Amón era la divinidad más versátil y conocida, el rey de los dioses, la personificación de lo oculto y del poder creador, que no podía ser visto por nadie, mortales o dioses y se le vincula con los navegantes como su protector. Era considerada la madre, el origen de todo lo existente. Siempre se la situaba entre el sol y la luna, como un tercer ojo que mostraba la perfección cósmica. Mut era una de las estatuillas delante la cual se pronunciaban unas palabras cuando alguien fallecía, para que no se descompusiera. Jonsu era el dios lunar, se asociaba con los médicamentos y como el protector de los enfermos.
Las Ogdóada de Hermópolis eran Nun, Nunet, Heh, Hehet, Kek, Keket, Amón y Amonet. Nun era la deidad primordial de la cual nacieron todas las deidades, la primera sustancia indeterminada, ya que poseía el elemento caótico con la potencia de la vida. Nunet era la diosa del agua, de la lluvia y los océanos, la versión femenina de su esposo Nun. Heh era el dios del espacio infinito o eternidad, la pareja de Hehet, la diosa primordial del espacio infinito, la cual poseía forma de mujer con cabeza de serpiente. Keket era una diosa egipcia que simbolizaba las tinieblas y la oscuridad, representada en forma de serpiente o de una mujer con cabeza de serpiente. Su esposo, Kek, estaba representado con cabeza de rana; conocido como el portador de luz y ambos personifican el caos en la oscuridad. Amón el rey de los dioses, la personificación de lo oculto y del poder creador que también se encontraba en la Tríada de Tebana que comentamos anteriormente. Por último, el nombre de Amonet hacía referencia a lo oculto, no obstante, su sombra simbolizaba la protección, y junto a su esposo Amón, encarnaban lo enigmático, en donde residía el caos y la oscuridad.
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