
Guiza o Gizeh, era un emplazamiento que reunía muchas características para ser el sitio ideal para la construcción de las pirámides, ya que era una meseta elevada sobre el horizonte, por lo que los monumentos eran más visibles. Asimismo, la meseta estaba situada enfrente de Heliópolis, la sede del culto al dios solar Re y al sur de Letópolis, ciudad sagrada en la cual se adoraba a una variedad de la deidad halcón Horus. Por último, Guiza ya había sido utilizada con anterioridad para realizar enterramientos, por lo que, en cierto sentido, era un lugar santificado y apto para albergar el monumento funerario de un faraón.
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Las legendarias pirámides de Keops, Kefrén y Micerino, custodiadas por la Gran Esfinge, se ubican actualmente en las afueras de la ciudad, en un lugar cuya tranquilidad contrasta con los populosos barrios cairotas. El conjunto de Menfis con sus necrópolis y campos de pirámides fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 y son algo más que templos y tumbas a la gloria de un dios, porque en ellas también se realizaban complejos rituales de nacimiento y muerte.

Las tres pirámides fueron saqueadas tanto interna como externamente en la época antigua y medieval. Es por ello que faltan los ajuares depositados originalmente en las cámaras funerarias y las estructuras ya no alcanzan sus alturas originales porque han sido despojadas casi por completo de sus cubiertas exteriores de piedra caliza blanca. A ojos de griegos y romanos las pirámides eran monumentos tan maravillosos como exóticos. El ingeniero griego Filón de Bizancio las describiría en el 250 a.C. como «montañas sobre montañas» y citaba: “Con obras como estas los hombres suben hasta los dioses, o los dioses descienden hasta los hombres”.
El ticket de entrada al recinto de las pirámides tiene un valor de 200 libras egipcias, unos 15 dólares aproximadamente, sin incluir la entrada a las tres pirámides, la Tumba de Meresankh III, el Cementerio de los Trabajadores o el Museo de Barcos de Keops. Para información más actualizada puede visitar la página oficial del complejo en el siguiente link: Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto. Meseta de Guiza.
MESETA DE GUIZA

Aunque las tres pirámides son la mayor atracción de la Meseta de Guiza, están rodeadas por muchos otros monumentos. La pirámide de cada rey era solo un elemento de un complejo más grande que incluía pirámides de reinas más pequeñas y una mastabas (tumba egipcia) adicionales que actuaban como un segundo sepulcro simbólico para el monarca llamadas pirámides satélites; tumbas para la nobleza y otros miembros de la familia; entierros de embarcaciones reales y un par de templos unidos por una calzada ricamente decorada.

Uno de estos santuarios, el Templo del Valle, conducía al complejo piramidal y estaba ubicado cerca de un cuerpo de agua donde podían atracar los barcos. El otro, el Templo Funerario (o superior), se encontraba cerca de la base de la pirámide. Los sacerdotes mantenían el culto mortuorio del rey fallecido, donde se adoraba su aspecto divino, y donde se presentaban ricas y diversas ofrendas a su alma para que pudiera tener una vida pacífica y lujosa.
Dos de los cementerios más grandes conservados del Imperio Antiguo forman parte del complejo piramidal del rey Keops (2589-2566 a.C.). Conocidos como Cementerios del Este y del Oeste por sus posiciones relativas a la Gran Pirámide, incluyen las tumbas de miembros de la familia real y los nobles de más alto rango. Como tales, contienen algunas de las decoraciones de tumbas más hermosas de este período. La mayoría de las tumbas del cementerio oriental estaban destinadas a sus parientes más cercanos. Por otro lado, las mastabas del cementerio occidental, que en su mayoría están dispuestas en una cuadrícula ordenada, estaban reservadas para nobles de muy alto rango que no estaban tan estrechamente relacionados con el rey.
COMPLEJO FUNERARIO DE GUIZA

Como Necrópolis o complejo funerario contiene numerosas mastabas de miembros de la familia real, funcionarios y sacerdotes de la cuarta a la sexta dinastía. Los principales sepulcros son: 1- Gran Pirámide de Guiza o Pirámide de Keops. 2- Pirámide de Kefrén. 3- Pirámide de Micerino. 4- Templo funerario de Kefrén. 5- Templos funerarios de Keops y Micerino. 6- Pirámide subsidiaria de Keops. 7- Templo del Valle de Kefrén. 8- Templo del Valle de Micerino. 9- Tumbas de la reina Hetepheres I. 10- Pirámide de Jentkaus I. 11- Pirámides de las reinas de Micerino. 12- Mastabas de cortesanos de Kefrén. 13- Gran Esfinge. 14- Templo de la Esfinge. 15- Mastaba de Hemon. 16- Las mastabas occidentales. 17- Control de entrada (actual). 18- Los fosos de las barcas solares. 19- Carretera de acceso (actual). 20- Tumbas hipogeos. 21- Almacenes de los artesanos. 22- Carretera de acceso (actual). 23- Nazlet el-Samman. 24- Calzadas procesionales. 25- Cantera de Micerino. 26- Cementerio actual. 27- Tumbas hipogeos del sur. 28- Muros perimetrales. 29- Mastabas y tumbas hipogeos, 30- Cementerio de mastabas occidental. 31- Cementerio de mastabas oriental. 32- Mastabas y tumbas excavadas en la roca.

El recinto funerario de Keops, formado por la Gran Pirámide (o pirámide de Keops), las tres pirámides de las reinas, una pirámide satélite, dos templos funerarios y el Templo del Valle, congrega una serie de cementerios, siendo el cementerio occidental en color rosado en la imagen, el más grande de la necrópolis divido en tres partes; la primera situada junto a la pirámide y compuesta principalmente por las tumbas de los sacerdotes que se ocupaban de los cultos funerarios conocido como «la escalera»; la segunda sería la zona llamada «pueblo de mastabas», donde se encuentra la tumba del chaty (más alto funcionario del Antiguo Egipto), la mejor construida del recinto y por último un núcleo de pequeñas mastabas en el extremo oeste. Otro ejemplo es el cementerio del lado sur en color azul de la quinta y sexta dinastía y el cementerio oriental en color verde en la imagen, reservada a las tumbas de miembros de la familia real.
El complejo funerario de Kefrén, mucho mejor conservado, incluye un hermoso templo revestido con granito rosa de Asuán y conectado con el Templo del Valle por un largo camino pavimentado de 495 metros. Al sur de la pirámide se encuentra la pirámide satélite, cinco fosos con barcas solares y más de un centenar de grandes habitaciones, consideradas almacenes o talleres al servicio de los artesanos. Por su parte, el complejo funerario de Micerino contiene la pirámide del faraón, el templo para el culto del difunto rey situado en la cara este de la pirámide y el Templo del Valle, conectado por una calzada procesional de 600 metros.
UBICACIÓN Y ALINEACIÓN PERFECTA

Los antiguos egipcios aprovecharon el equinoccio de otoño para conseguir que las Pirámides de Guiza fueran construidas con una alineación casi perfecta y sus caras mirando hacia los cuatro puntos cardinales, norte-sur-este-oeste. El ingeniero arqueólogo estadounidense Glen Dash, afirmó en un estudio publicado en The Journal of Ancient Egyptian Architecture, que los constructores podrían haber utilizado las sombras proyectadas durante estos breves períodos para alinear dichos puntos cardinales. Los arquitectos solo tuvieron que ir marcando las diferentes líneas que iba recorriendo la sombra del gnomon a medida que transcurría el equinoccio de otoño para acabar trazando un arco perfecto. Después, unieron dos de esos puntos y trazaron una línea recta. Sobre ella, construyeron las pirámides.

Esta orientación estelar se relacionaba con la estancia del faraón difunto en el Más Allá y se efectuaba mediante la ceremonia del «tensado de la cuerda», en la que el rey, en compañía de la diosa del cómputo del tiempo y de la escritura, Seshat, fijaba el eje y el perímetro de un templo mediante ciertas observaciones de carácter astronómico. Los antiguos egipcios crearon puntos de referencia a partir de la posición del sol durante el equinoccio de otoño. Usando una varilla de madera que mide el recorrido de su sombra tras clavarla en el suelo, semejante a un reloj solar y conocida como «gnomon«, los egipcios habrían seguido el camino del sol a lo largo del día para trazar líneas perfectas de este a oeste y podrían haber calculado el día del equinoccio contando 91 días después del solsticio de verano.
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Para Zahi Hawass, exsecretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto y explorador residente de National Geographic, existe otro fenómeno que se puede apreciar del 21 al 22 de junio, durante el solsticio de verano. Cuando el sol se pone directamente entre las pirámides de Keops y de Kefrén, se muestra el signo del horizonte, cuyo significado es la división entre el horizonte de Keops y el horizonte de Kefrén.
¿CÓMO SE CONSTRUYERON LAS PIRÁMIDES DE GUIZA EN EGIPTO?

Las obras de ingeniería del complejo de Guiza, planificadas en un periodo frenético de construcción fueron tan impresionantes, que incluso hoy los científicos siguen descubriendo nuevas técnicas y sitios arqueológicos que sirven para aprender sobre las personas que las construyeron y el poder político necesario para que esto se llevara a cabo. Zahi Hawass señalaba que, en un sentido, fueron las pirámides las que construyeron Egipto, y no al revés. Si las pirámides ayudaron a construir el antiguo Egipto, también lo preservaron.

Según el antiguo historiador griego Herodoto, quien visitó Guiza en el año 450 a.c., la Gran Pirámide tardó 23 años en construirse y exigió el trabajo de 100.000 hombres. Esta cifra es creíble dado el supuesto que estos hombres, que eran trabajadores agrícolas, laboraban en las pirámides solo (o principalmente) mientras había poco trabajo por hacer en los campos, es decir, cuando el río Nilo estaba inundado. Los bloques salían de la cantera con una inscripción que mostraba su fecha de extracción, el equipo encargado de su transporte y la zona de la pirámide a la que éstos estaban destinados. Gracias a estas inscripciones encontradas en las pirámides se pudo saber ciertos datos sobre el proceso de construcción. Por ejemplo, las pirámides eran construidas durante todo el año, y no sólo en la época de la inundación. Esto se sabe porque se han hallado bloques con fechas pertenecientes a todas las estaciones del calendario egipcio en la pirámide de Meidum, terminada por Esnofru (padre de Keops).
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Las excavaciones arqueológicas en el fascinante sitio han revelado una comunidad altamente organizada, rica en recursos, que debe haber sido respaldada por una fuerte autoridad central. Es probable que las comunidades de todo Egipto hayan contribuido con trabajadores, así como con alimentos y otros elementos esenciales, para llevar a cabo lo que se convirtió de alguna manera en un proyecto nacional para mostrar la riqueza y el control de los antiguos faraones.

Sin embargo, a fines del siglo XX, los arqueólogos encontraron evidencia de que una fuerza laboral más limitada que pudo haber ocupado el sitio de manera permanente. Se sugirió que tan solo 20.000 trabajadores, con personal de apoyo asistente, dígase empleados de diferentes sectores como médicos y sacerdotes, habrían sido adecuados para la tarea. A finales de los años 80 y 90, las excavaciones en los alrededores de las pirámides revelaron establecimientos de trabajadores y artesanos que incluían panaderías, áreas de almacenamiento, talleres y pequeñas tumbas. Los sellos de barro parecen fechar las áreas de dichos talleres a finales de la IV dinastía. Las tumbas van desde simples cúpulas de adobe hasta monumentos de piedra más elaborados.
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El estudio paleontológico de sus huesos nos muestra que era un trabajo muy duro, que producía frecuentes lesiones en la espalda y muchas roturas de brazos. Sin embargo, los hallazgos demuestran que eran trabajadores privilegiados pues recibían una alimentación rica en proteínas, algo prácticamente desconocido para el resto de la población del valle del Nilo, que les permitía rendir al máximo en su trabajo. También contaban con un cuerpo médico destinado a atender su salud. A todo esto, también se suma su condición de funcionarios pagados por el Estado.

Si bien la teoría de que los antiguos egipcios usaban rampas para mover las piedras no es nueva, el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto anunció en 2018 el hallazgo hecho por una misión conjunta del Instituto Francés de Arqueología Oriental (IFAO), con sede en El Cairo, y de la Universidad británica de Liverpool en el sitio arqueológico de Tel al Amarna, ubicado en la provincia de Minia, una rampa flanqueada por dos escaleras con numerosos orificios para postes, donde se muestra que la estructura era significativamente más pronunciada de lo que se pensaba que era posible para la época. Los científicos creen que los trabajadores colocaban los bloques de alabastro sobre unos trineos de madera que estaban atados con cuerda a estos postes de madera y así podían transportar los bloques extraídos de la cantera Hatnub (cantera de alabastro egipcio conocida como la «Casa del Oro») en pendientes muy pronunciadas con una inclinación del 20% o más. Las cuerdas atadas al trineo actuaban como un multiplicador de fuerzas, lo que facilitaba el desplazamiento por la rampa.
¿POR QUÉ LAS PIRÁMIDES TIENEN ESA FORMA?

¿Por qué las pirámides tienen esa forma en particular y no otra? Desde el punto de vista arquitectónico, la respuesta parece sencilla: en primer lugar surgió la mastaba, una estructura de piedra con forma de cajón sólido, cuyas paredes, ligeramente inclinadas hacia el interior del edificio, estaban diseñadas para dotar al monumento de una mayor durabilidad, evitando el colapso de sus muros pese al paso del tiempo. Eran, en resumen, moradas pensadas para la eternidad. Después llegaría la pirámide escalonada, según parece, resultado de un experimento casual del arquitecto Imhotep, al trabajar el diseño de la mastaba del faraón Dyeser o Djoser, a la que aumentó su tamaño añadiendo una sucesión de mastabas cada vez más pequeñas, unas encima de otras, y con aspecto muy similar a los zigurats mesopotámicos o las pirámides mayas.
Finalmente, nació la pirámide de caras lisas, cuando en la transición entre la III y la IV dinastía, a alguien se le ocurriría la genial idea de rellenar los escalones para dotar al monumento de una mayor perfección estética o, lo más seguro, de mayor solidez, acudiendo a la misma razón por la que las paredes de las mastabas tienen esa inclinación tan característica. Su imagen debió de parecerle familiar a los griegos, que rápidamente asociaron estos monumentos a un pastel de sésamo y harina de trigo, de forma piramidal, al que ellos daban la denominación de pyramis
(πυραμίς), nombre que acabaría transponiéndose a las tumbas de los faraones. El problema surge en cuanto se trata de dar a la forma de las pirámides un sentido simbólico, religioso, una segunda lectura de carácter místico, connotativa, una ambivalencia, un doble sentido, uno más entre esos otros muchos por los que tanto gusto e inclinación mostraron los antiguos egipcios. Y reaparece la pregunta… ¿Por qué esa forma y no otra?

Para algunos egiptólogos, como el inglés Iorwerth Eiddon Stephen Edwards, conocido como I. E. S. Edwards, considerado el principal experto en las pirámides, podría tratarse de una evocación de «la Colina Primigenia que emergió de las aguas del caos, como las zonas de terreno elevado que emergían todos los años del Nilo cuando las aguas de la inundación retrocedían», sobre la cual se había posado el dios Atum (dios solar de la creación en la mitología egipcia) al principio de la Creación. Pero bien mirada, esta explicación no parece la más idónea para una edificación de carácter funerario, en la que el faraón, Horus en vida, Osiris en muerte, tenía el duro cometido de transformar su momia en un cuerpo espiritualizado con el propósito de iniciar su reinado en el Duat (ultramundo); una filosofía que ya descansa en los Textos de las Pirámides, donde queda claro el destino astral del rey difunto, asociado al Sol y a las estrellas.
Para otros, las pirámides escalonadas son la representación esquemática de una escalera, a través de la cual el alma del faraón podría ascender al más allá. Esta interpretación ya concuerda algo mejor con los principios religiosos de la época en la que fueron construidas. Los Textos de las Pirámides ofrecen una respuesta a estas preguntas. Una de las muchas maneras diferentes por las que el rey difunto, o más probablemente su cuerpo espiritualizado, podía acceder al paraíso celestial era a través de una escalera. En la declaración 267 de estos manuscritos se menciona que «una escalera se dispone para mí [el rey] para que pueda ascender por ella al cielo».

James Henry Breasted, arqueólogo, egiptólogo, profesor de egiptología de la Universidad de Chicago y colaborador en la redacción del primer diccionario de jeroglíficos egipcios, intuyó que la explicación debía ser otra, manteniendo siempre un sentido puro y estrictamente religioso. En sus palabras, «el rey era enterrado bajo el símbolo mismo del dios-sol que se levantaba en lo más sagrado del templo solar de Heliópolis». Este símbolo no es otro que la piedra Benben, una reliquia que, según la declaración 600 de los Textos de las Pirámides, yacía «en la morada de Benu en Heliópolis”. El pájaro bnnw o bennu, conocido popularmente como «el fénix griego» o Pájaro de Saqqara hallado en 1891 en la tumba de Pa-di-Amón en la antigua necrópolis egipcia de Saqqara, es la versión más primitiva del Fénix, cuya leyenda relata cómo esta ave, procedente de Arabia, llegaba al país del Nilo cada quinientos años con el propósito de anidar.
Cerca del corazón de los difuntos se colocaba un amuleto, con la forma de este músculo vital, generalmente fabricado a partir de una piedra semipreciosa de color rojizo llamada cornalina, donde estaba escrita la fórmula del Capítulo 29 C del Libro de los Muertos. En este pasaje, el difunto, identificado con Osiris, es guiado por el pájaro bnnw durante su viaje por la Duat, el inframundo.

Mucho se ha hablado sobre su huevo, desde que Kurth Heinrich Sethe, el primer traductor de los Textos de las Pirámides, lo comparó con otras piedras sagradas de la antigüedad, como los ónfalos y betilos de las culturas griega, fenicia y siria. Cabe explicar, en este sentido, que el corazón del oráculo de Delfos era una piedra de estas características, de la cual se decía que había sido arrojada desde las esferas celestes por Cronos, el miembro más joven de la generación de los titanes. Por su parte, Plinio escribió sobre ciertas piedras semejantes que eran adoradas y de las cuales se decía, asimismo, que habían caído del Sol.
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Todas estas rocas de origen cósmico parecen ser, en realidad, meteoritos, cuya extraña naturaleza, lanzadas sobre la Tierra desde las alturas, explicaría, desde la perspectiva de los antiguos, el culto que posteriormente recibieron. De esta manera, muchos egiptólogos comparten la idea de que el símil con la piedra Benben de Heliópolis, la ciudad del Sol, es, necesariamente, la explicación más plausible, quizás la única, para aclarar la forma de las pirámides
PIRÁMIDES EN LA ACTUALIDAD

Los ladrones de tumbas y otros vándalos, tanto en la antigüedad como en la actualidad, se han llevado la mayoría de los cuerpos y artículos funerarios de las pirámides de Egipto y sus exteriores. Despojadas de la mayor parte de sus suaves revestimientos de piedra caliza blanca, las Grandes Pirámides ya no alcanzan sus alturas originales. No obstante, millones de personas continúan visitando las pirámides cada año, atraídas por su imponente grandeza y el perdurable encanto del rico y glorioso pasado de Egipto.
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El turismo a las estructuras ha disminuido rápidamente. Hoy día, El Cairo es una metrópolis castigada por la inestabilidad política de la región, con una industria turística que desapareció casi por completo después de llegar a recibir unos 14 millones de turistas anuales en 2010, producto de la revolución egipcia de 2011 que estalló con la famosa «Primavera Árabe», cuando Egipto experimentó una agitación política y a la cual le siguió el Golpe de Estado entre 2013 y 2014 encabezado por Al Sisi y más recientemente la crisis del coronavirus en 2020, lo que conformaría una década de azotes económicos que causó un descenso de casi el 90% del turismo nacional en su periodo más crítico.
Tras la Primavera Árabe, la Administración se propuso recuperar ese volumen de turistas a través de los planes de desarrollo de la Costa Norte, la construcción y modernización de aeropuertos y el incremento de las plazas hoteleras y, de hecho, en el ejercicio 2014/2015 el sector notó la mejoría, pero la amenaza yihadista y la inestabilidad en la región volvió a lastrar al sector que en 2020 terminó de sucumbir producto de la pandemia. Desde entonces, el país ha pasado por varios cambios de administración y la inestabilidad significa que el futuro del turismo en las pirámides es incierto.
MITOS Y LEYENDAS

Algunos arqueólogos e investigadores más ortodoxos como Edgar Cayce, un visionario estadounidense dado a conocer por predecir el asesinato del presidente John Kennedy, difundió también la teoría de la existencia de antiguas civilizaciones como los atlantes, y aseguró que fueron estas civilizaciones quienes construyeron los monumentos miles de años antes, en plena Era del Hielo.
Ya en el Imperio Antiguo a partir de la IV dinastía aparecen «maldiciones» contra los profanadores de tumbas, en las cuales por ejemplo, el Ba del difunto (halcón con cabeza humana) podía ejecutar por sí mismo a los profanadores, agarrándolos y quebrando su cuello como a un pájaro.

La maldición del faraón, es una creencia que se basa en maldiciones escritas, apoyadas por escritores admiradores de temas esotéricos como Marie Corelli, autora «best seller», al igual que nada más y nada menos que Sr. Arthur Conan Doyle, defensor y practicante de costumbres espiritistas. Dicha condena caería sobre todos aquellos que se atreviesen a molestar la tumba del soberano del Antiguo Egipto. La maldición se asociada al descubrimiento de la tumba del Rey-niño, el faraón Tutankamón de la XVIII dinastía en el Valle de los Reyes, en 1922, la mejor conservada de todas las tumbas faraónicas encontradas hasta la fecha y bajo la teoría de que el célebre arqueólogo y egiptólogo inglés Howard Carter, habría hallado también un fragmento de cerámica con la siguiente inscripción: «La muerte golpeará con su miedo a todo aquel que perturbe el reposo del faraón». Poco tiempo después del hallazgo comenzaron a morir personas que habían visitado la tumba, dando nacimiento al mito y la leyenda de la maldición del faraón.

Lord Carnarvon, un aristócrata inglés conocido por ser el patrocinador que financió la excavación de dicha tumba, falleció cuatro meses después por una infección pulmonar. A la muerte de Carnarvon siguieron varias más. Su hermano, Audrey Herbert, el hombre que dio el último golpe al muro para entrar en la cámara real, murió en El Cairo poco después, sin ninguna explicación médica. Sir Douglas Reid, que radiografió la momia de Tutankamón, enfermó y volvió a Suiza donde murió dos meses después. La secretaria de Carter murió de un ataque al corazón, y su padre se suicidó al enterarse de la noticia. Un profesor canadiense que estudió la tumba con Carter murió de un ataque cerebral al volver a El Cairo. Pero la teoría de dicha condena se debilitó y desapareció con el paso del tiempo pues el propio Carter murió por causas naturales 17 años después, en 1939.
La existencia de un trono de hierro hecho con mineral meteorítico de origen extraterrestre en la Gran Pirámide de Keops ha sido planteada para explicar el enorme vacío detectado con tecnología punta en su interior, de al menos 30 metros de largo. Giulio Magli, director del Departamento de Matemáticas y Profesor de Arqueoastronomía del Politécnico de Milán explica que «hay una posible interpretación [de este vacío], que está en buen acuerdo con lo que sabemos sobre la religión funeraria egipcia, como se ve en los Textos de las Pirámides. En estos textos se dice que el faraón, antes de llegar a las estrellas del norte, tendrá que pasar las puertas del cielo y sentarse en su trono de hierro«. Pero ese hierro no es hierro derretido, sino hierro meteorítico, es decir, caído del cielo en forma de meteoritos de hierro (distinguible debido al alto porcentaje de níquel) y nuevamente citado en los Textos de las Pirámides.

Es cierto que los egipcios conocían este material desde muchos siglos antes de Keops, y continuaron usándolo para objetos especiales diseñados para los faraones durante milenios, como la famosa daga extraterrestre de Tutankamón, hecha de una plancha que vino, literalmente, del espacio, según resultados de análisis de un grupo de investigadores del Politécnico de Milán, la Universidad de Pisa y el Museo Egipcio de El Cairo publicados en la revista Meteoritics and Planetary Science, donde se analizó la composición de la pequeña espada de hierro hallada en el sarcófago del faraón.
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