
El “Ojo de Buda” en el budismo, también conocido como «Tercer Ojo» en términos teosóficos, «Ojo Interno» para la doctrina Kundalini, «Ojo que Todo lo Ve» en el judaísmo y la masonería, «Ojo de la Providencia» en el cristianismo. Hamsa u «Ojo de Mirian» para los judíos, y por último el «Ojo de Horus» u «Ojo de Ra» para los egipcios; era originalmente una especie de amuleto con carga energética, al cual se le atribuía un poder místico para la solución de necesidades, únicamente usado por chamanes, hechiceros y sacerdotes.
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Suele estar asociado también a menudo con visiones religiosas, la clarividencia, la percepción extrasensorial, así como la capacidad de observar los chakras (centros de energía), el aura (campor energético) humana, la precognición (capacidad de conocer hechos antes de su acontecimiento) y llegar a poseer experiencias extracorpóreas (proyectarse fuera del cuerpo). A las personas que aducen poseer la capacidad de utilizar su tercer ojo, se les denomina normalmente videntes o adivinos.
En Teosofía, (conjunto de enseñanzas y doctrinas para el conocimiento de la verdadera realidad) el concepto del tercer ojo estaría relacionado con la llamada Glándula Pineal, que tiene forma de “piña” (fruto del árbol de pino), por eso se llama Pineal, y que se encuentra físicamente justo en el centro de nuestro cerebro. Es el órgano de mayor concentración de energía en el organismo, como así también el de mayor flujo de sangre.

Para los egipcios, la Glándula Pineal representa el «Ojo de Horus», Udyat o el «Ojo de Ra» (dios del sol), un concepto ampliamente difundido y venerado al que se le atribuían propiedades vinculadas con la salud, la prosperidad, con el pasaje al otro mundo y la capacidad de renacer.
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En ocasiones se representaba a Horus acompañado de la figura del faraón: la serpiente (cobra) Uadyet, por la Diosa del Bajo Egipto o «la señora del cielo» y por el buitre Nejbet, Diosa del Alto Egipto y protectora de los nacimientos, las fiestas y las batallas. Precisamente, la cobra Uadyet y el buitre Nejbet era lo que los faraones llevaban en la frente, justamente en la zona del tercer ojo.

Al proceso de estimulación de la conciencia se le denomina “despertar del tercer ojo”. Se dice que este despertar induce al desarrollo de la intuición, al aumento del autoconocimiento, a desencadenar nuestro potencial creativo, trascender lo físico y mundano, adentrarse en el mundo espiritual, para balancear la dualidad (energías opuestas) inherente a todo cuerpo humano. Este conocimiento y ecualización de los pares opuestos es la clave de todas las escuelas esotéricas.
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En la ciudad de Mohenjo-Daro, hoy día Pakistán, se encontró una estatuilla denominada “Rey-Sacerdote”, que poseía un espacio circular en el centro de la frente, en el cual cabría un pequeño disco de oro (que se encontró también cerca de la estatuilla) y sugiere un posible precursor del «Tercer Ojo». Es interesante notar que esta figura es muy similar a los tefilin rituales usados en el judaísmo a partir del Siglo II A.C.

En el judaísmo y otras religiones de Medio Oriente, el “ojo que todo lo ve” aparece en forma de un símbolo llamado Hamsa, Khamsa o Hamesh. Se trata de un ojo en la palma de una mano, que suele colocarse en casas o llevarse como amuleto de protección contra el «mal de ojo» (enfermedades provocadas por la envidia del ojo de los enemigos).
Sus orígenes se remontan a Mesopotamia, donde la mano de Ishtar era un poderoso signo de protección divina. También se le conoce como “la mano de Fátima” en el Islam. En Grecia y Turquía, existe un símbolo similar, el Nazar, usualmente sin la mano: se trata de círculos de vidrio, concéntricos azules y blancos, que dan la apariencia de un ojo.

Para el cristianismo, el ojo que todo lo ve es el «Ojo de la Providencia», y apareció en el siglo XVI. El ojo se encuentra dentro de un triángulo, representando la ubicuidad de la Santísima Trinidad, así como la omnipresencia divina y su vigilancia constante sobre su creación. Representaciones del “ojo de la providencia” como la de la Iglesia de San Juan Bautista en Alsacia, Francia (1763), parecen estar relacionadas con la fundación de los Illuminati Bávaros en 1776.
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De acuerdo con las enseñanzas cristianas del Padre Richard Rohr, el concepto del tercer ojo es una metáfora para el pensamiento no dualista; o una manera en la observan los místicos. En el propio concepto de Richard Rohr, los místicos emplearían el primer ojo para la información sensorial de la vista, y el segundo, como el ojo de la razón, la meditación y la reflexión, pero sin confundir la mera información verídica con la transformación de la conciencia misma. La observación mística se basa en el primero de los dos ojos, y no obstante, podría ir más allá”. Richard Rohr se refiere a este nivel de conciencia como “tener la mente de Cristo”.

El tercer ojo también designa la entrada que conduciría a reinos interiores y a unos estados de consciencia superiores. En la espiritualidad de la Nueva Era (era astrológica de acuario), el tercer ojo simboliza frecuentemente un estado de iluminación o la evocación de imágenes mentales que tendrían un significado psicológico y espiritual.
De acuerdo a las enseñanzas neo-gnósticas de Samael Aun Weor, se hacen varias referencias simbólicas y funcionales al tercer ojo en el Apocalipsis 3:7-13, una obra que, en su conjunto; se cree que describe la energía Kundalini y su desplazamiento interno por la columna vertebral desde el primer chakra hasta pasar por todo el conjunto de los siete chakras. Esta interpretación representa al tercer ojo como la sexta de las siete iglesias de Asia que se detallan en el texto del Apocalipsis de San Juan, la Iglesia de Filadelfia.
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