¿Cuenco Tibetano o Nepalí?

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Si te encuentras leyendo este artículo, de seguro estarás interesado en la cultura hindú, tibetana o nepalí, ya sea por un viaje de turismo o por la búsqueda de algún ejercicio o técnica de relajación espiritual o equilibrio de chakras, llámese Yoga, Reiki, Taiji, entre otros. 

De seguro habrás escuchado también del famoso «Cuenco Tibetano», y si has estado en la zona del Himalaya, dígase el Tíbet y Nepal, te habrás dado cuenta, que en realidad, dicho «cuenco» está mucho más presente en la sociedad nepalí, principalmente en el barrio Thamel, la zona más comercial de Katmandú, capital de dicho país. No tanto así en el barrio Barkhor, zona más comercial de Lhasa, capital del Tíbet, donde hay muy pocos y apenas se ven, excepto dentro de los locales comerciales, donde se venden a precios prohibitivos, pero ya veremos más adelante el por qué.  

Historia

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Originalmente, los primeros vestigios de cuencos de metal fueron encontrados por monjes tibetanos pertenecientes a la religión Bon, alrededor del 600 A.C., en la Cordillera del Himalaya, que divide actualmente el territorio entre el Tíbet y Nepal. Esos primeros cuencos eran utilizados por chamanes(líderes espirituales) en ceremonias religiosas como culto al dios del fuego, para depositar ofrendas sagradas, sacrificios animales, o como instrumentos musicales que favorecían la meditación y sanación. 

Cuenta la leyenda, que el primer cuenco fue fabricado con los restos de un meteorito, el cual se dice, poseía una aleación de 12 tipos de metales. Se creía por tanto, que los cuencos aportaban una gran cantidad de minerales a las mujeres embarazadas y a los enfermos que comieran en ellos.  

Hoy en día, se dice que suelen estar compuestos por 7 tipos de metales, siendo el Oro(Sol), la Plata(Luna), el Mercurio(Mercurio), el Cobre(Venus), el Hierro(Marte), el Estaño(Jupiter) y el Plomo(Saturno). Esta última teoría ha sido desmitificada con el paso del tiempo, y la mayoría de los historiadores afirman, que básicamente estarían compuestos por una aleación de bronce (cobre y estaño) a la que, según algunos, se añaden otros metales en pequeñas proporciones. Tampoco se cree que guarden relación alguna con la tradición alquímica, por lo que la hipótesis de los siete elementos ha sido considerada una «técnica de venta», ya que no es posible distinguir la composición de un cuenco con sólo mirarlo, es necesario realizar otro tipo de comprobaciones para determinar cuántos o qué metales exactamente están presentes en un recipiente individual.

Muchos explican, que la mayoría de los cuencos son una aleación personalizada de lo que se conoce como «Bronce de Campana», con un 77-78% de cobre, un 22-23% de estaño, apenas un 2% de hierro, y algo de zinc, éste último junto con el cobre, componen el conocido «latón». Ese 22-23% de estaño, produciría tan peculiar sonido, y que sean además menos propensos a agrietarse durante la fabricación.

Aseguran también, que era muy difícil para los orfebres primarios incluir metales de alto punto de fusión como el níquel, y especialmente un metal de tan alto punto de fusión como el hierro. Incluso ponen en duda la leyenda del meteorito, ya que la mayoría de los meteoritos están compuestos por hierro y algo de níquel.

Pero, ¿por qué los conocemos como «Cuencos Tibetanos», cuando en realidad se encuentran en Nepal?. Veamos.

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Entre la década de los años 70 y 80, época dorada de la música pop-rock, comenzó una avalancha de seguidores de la cultura «hippie» o «hippy», quienes viajaban a zonas como la India y Nepal, en busca de una doctrina, método o filosofía de vida desprendida de todo lo material, con un mejor conocimiento de las energías y un estilo de vida más liberal. 

Esos «aventureros» provenientes de occidente, se encontraban con comerciantes nepalíes y tibetanos, que cargaban con todo tipo de artefactos relacionados a su cultura, y que por tanto, llamaban mucho la atención del «hombre blanco de occidente». Uno de estos utensilios, era el cuenco tibetano o nepalí.  

Desde ese momento, se les dio la usual denominación de «cuenco tibetano», y se expandió a su vez por toda Europa y Estados Unidos. 

Lo cierto es que hoy en día, los cuencos han desaparecido de la vida cotidiana de los tibetanos. La mayoría no conoce la historia y tradición que se esconde detrás de dicho instrumento, sólo son conscientes de que representan un «souvenir» que se vende como «pan caliente» a los turistas, y sólo los encuentras en las tiendas comerciales para dichos turistas. El tibetano, en cambio, hace mucho mayor uso de la «Rueda de la Plegaria».

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Según el Lama YESHE DORHE, perteneciente a la escuela Ngag-pa y conocido en Dharamsala (India),  como un Tantra Yogui, decía que muy raramente se había encontrado con un cuenco a lo largo de sus viajes por todo el Tíbet. Afirma además categóricamente, que la música del cuenco no está en absoluto integrada en la práctica espiritual de los tibetanos.

Yo mismo, después de viajar durante más de 10 años por toda China y recorrer varias veces los alrededores de la Meseta Qinghai(meseta tibetana), jamás pude ver que un cuenco tibetano se usara en alguna ceremonia o para alguna labor durante la vida cotidiana. En las zonas más rurales de China, cuando preguntaba por ellos, me respondían que antiguamente se usaban para comer, pero que ya no existían, hasta que llegue a Nepal.

Al llegar a Katmandú, fue como llegar al paraíso del cuenco. Ya fuera por atracción turística o no, lo cierto es que me di cuenta que el nepalí hacía mucho mayor uso de ellos. En algunas zonas, lo utilizaban para depositar y quemar la hoja del junípero, una especie de ciprés asiático que constituye el incienso nepalí. 

¿Pueden ser considerados instrumentos musicales?

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El hecho de que los cuencos sean utilizados como instrumentos musicales ha sido objeto de debate por algunos conocedores de la música, quienes afirman, que las campanas no son instrumentos musicales, ya que sus armónicos no guardan proporción y carecen de una nota precisa, Otros aseguran, que las campanas son un acorde, imperfecto o menor, pero que su sonido se puede no sólo medir, sino incluso modificar o «afinar» dentro de ciertos límites, ya que consta de una serie de «anillos», colocados unos encima de otros, y cada uno de estos anillos produce diferentes notas o armónicos. Se han llegado a encontrar más de 60 armónicos producidos en una campana media, de un metro de diámetro y unos 579 kilos de peso.

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Esos 60 armónicos tienen una diversa duración de tiempo, algunos duran milisegundos; otros, como la nota base o Hum, produce ese largo eco, que en una campana mediana (un metro de diámetro y 579 kilos) puede durar unos tres minutos y en una mayor (de tres metros y unos 15.000 kilos) entre cinco y seis minutos. Su conjunto es lo que produce la característica sonoridad de una campana. No obstante, hay cinco notas principales que se denominan de manera diferente según los países. En una campana perfectamente afinada, estas notas reciben los siguientes nombres:

Nota ideal Nombre Francia Holanda
Do0 Nota base Hum grondtoon
Do1 Prima Fondamentale priem
Mib1 (Fa#1) Tercera menor Tierce mineure kleine ters
Sol1 Quinta Quinte quint
Do2 Octava Nominale oktaav

Hay un armónico que parece ser constante en todas las campanas del mundo, y es la existencia de esa tercera menor (y no mayor) que produce la sonoridad típica de las campanas.

¿Se pueden utilizar como terapia alternativa?

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El uso que se le da al cuenco en la actualidad está ligado a la meditación, como instrumento en prácticas espirituales e incluso como terapia o «masaje sónico». Se dice que emiten un sonido que tranquiliza y centra, útil para identificar los «bloqueos» en los campos energéticos de nuestro cuerpo. Algunos investigadores creen que su poder curativo se haya en los armónicos y en el principio de resonancia, según el cual una vibración más intensa y armónica contagia y transforma a otra más débil, disonante o no saludable. El principio de resonancia designa la capacidad que tiene la vibración de llegar más allá, a través de las ondas vibratorias y provocar una vibración similar en otro cuerpo. Es decir, es la capacidad que tiene una frecuencia de modificar a otra frecuencia.

En la antigüedad, ese sonido se conocía como «Sama», y lo consideraban un medio de curación de las enfermedades psíquicas; es decir, el «sama», sería lo que hoy llamaríamos musicoterapia o danzaterapia.

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El primero, la musicoterapia, se refiere al uso de la música y/o sus elementos (sonido, ritmo, melodía, armonía) realizado por un musicoterapeuta calificado con un paciente o grupo, en un proceso creado para facilitar, promover la comunicación, las relaciones, el aprendizaje, el movimiento, la expresión, la organización y otros objetivos terapéuticos relevantes, para así satisfacer las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas. Tiene como fin, desarrollar potencialidades y/o restaurar las funciones del individuo de manera tal que éste pueda lograr una mejor integración intra y/o interpersonal, y consecuentemente una mejor calidad de vida a través de la prevención, rehabilitación y tratamiento.

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El segundo, la danzaterapia, es un método psicoterapéutico que surgió en los Estados Unidos en la década de 1940, bajo el término de «terapia artística», ya que se realiza la terapia a través de métodos no convencionales como las artes, donde la mente, el cuerpo y el alma, forman una unidad psicofísica e interactúan constantemente entre sí. El movimiento y la postura influyen en el pensamiento y los sentimientos, para promover la integración emocional, cognitiva, física y social de un individuo.

Cuando dos cuencos suenan juntos, una alquimia de tonos- sonidos comienza a surgir creando a su vez una multitud de tonos, que nacen producto de éste espacio acústico creado entre éstos dos cuencos. El resultado, es una proliferación de tonos que alteran nuestro estado de conciencia inmediatamente.

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Del estado habitual de frecuencia de 13 ciclos por segundo (Hertz), que es el estado de la mente racional, podemos pasar a 7-12 hertz, conocido como estado Alfa. En ciertas ocasiones, podríamos llegar a acceder al «estado de visión» o Theta, en una frecuencia de 4-7 hertz.

Los cuencos de metal no son concebidos para encajar en el sistema de notas occidental (moderno) tal como lo conocemos, siguen siendo un instrumento utilizado en sesiones de masaje, yoga, reiki, etc, concebido para ajustar nuestras energías y estados de ánimo a base de «sonidos de equilibrio».

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