Karoshi. Muerte por Exceso de Trabajo.

Según el Ministerio de Salud, Empleo y Bienestar de Japón, el exceso de trabajo trae consigo un fenómeno conocido como «karoshi», una palabra japonesa con la que no quisieras cruzarte, que se traduce como «muerte por exceso de trabajo», provocada principalmente por enfermedades cerebrales y cardíacas relacionadas con largas jornadas laborales.

Aunque parezca una leyenda urbana, es un fenómeno social reconocido en Japón desde 1987, cuando el Ministerio de Salud empezó a recopilar estadísticas. Si un juez determina que alguien murió por «karoshi», su familia recibe una compensación de unos US$20.000 por parte del gobierno y pagos de hasta US$1,6 millones por parte de la compañía. Pero para que cuente como un caso karoshi, la víctima tiene que haber trabajado más de 100 horas extra en el mes anterior a su muerte u 80 en dos o más meses consecutivos de los últimos seis.

Cuando estalló la burbuja económica a principios de la década de los 90, la cultura del trabajo en exceso empeoró todavía más. En los años siguientes, conocidos como la «década perdida», el karoshi alcanzó proporciones de epidemia. La cifra de muertes en niveles gerenciales alcanzó picos de los que Japón no se ha recuperado. Al principio, dichas cifras oficiales reportaban un par de cientos de casos cada año, pero ya en 2015 el número de víctimas alcanzaba las 2.310.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford, Reino Unido, evaluó la salud de unas 700.000 mujeres durante casi una década. En ese período murieron 48.314. Cuando analizaron los resultados, descubrieron que las mujeres que se autodefinían como más estresadas, menos felices, saludables y en control, tenían más probabilidades de morir, pero también eran las menos saludables, estaban estresadas por estar enfermas.

En resumen, no se encontró correlación entre el estrés, la infelicidad y el riesgo de morir. En otras palabras, puedes tener un mal día, un mes o un año de mucho estrés, pero eso no te enviará tempranamente a la tumba.

Aunque parezca mentira, la causa puede estar en el tiempo que pasas en la oficina.Al analizar los hábitos y la salud de más de 600.000 personas, un grupo de investigadores encontró que aquellos que trabajaron 55 horas a la semana tenían un tercio más de probabilidad de sufrir un infarto que aquellos que trabajaron menos de 40 horas.

No supieron por qué, pero los autores especularon que el problema podría ser simplemente estar sentado por largos periodos frente al escritorio. El problema es que los japoneses ya no son los campeones de las horas extra. En 2015 el trabajador promedio japonés trabajó menos horas que el estadounidense. El ranking mundial lo encabeza México.

Como podía esperarse, el karoshi ya no es un drama exclusivamente japonés. En China mueren al día unas 1.600 personas por guolaosi 过劳死, que es como se conoce a la muerte por exceso de trabajo en ese país. «India, Corea del Sur, Taiwán y China —las nuevas generaciones de economías emergentes— están siguiendo los pasos que dio Japón en la posguerra trabajando largas jornadas», advierte Richard Wokutch, profesor de gerencia en la Universidad Tecnológica de Virginia.

En muchos países, parte del problema no es la cultura de trabajar duro, sino la necesidad de aparentar que lo estás haciendo. «Ahora se trata de hacer ver que llegas temprano y eres de los últimos en irte, aunque éste comportamiento sea improductivo», según expertos. En Japón muchos empleados jóvenes se sienten incómodos si se van de la oficina antes que sus jefes.

Así que la próxima vez que te quedes al final del día en la oficina, actualizando tu perfil en redes sociales o explorando en internet, solo para hacer creer que tu jornada laboral es más larga, recuerda que esto puede incrementar el riesgo de que tu expediente laboral termine con una palabra en japonés.

De acuerdo con el Consejo Nacional en Defensa de las Victimas de Karoshi, la verdadera cifra puede llegar a las 10.000 víctimas anuales, más o menos el mismo número de personas que mueren cada año en accidentes de tránsito.

Y si de términos de estrés se trata, la lista parece interminable. Recientemente se ha registrado una nueva condición llamada «Hikikomori», un tipo de aislamiento social agudo, donde los jóvenes no quieren salir de sus casas, incentivado aún más con las nuevas tecnologías. Una encuesta de 2010 de la Oficina del Gabinete de Japón indicaba que más de 700.000 jóvenes sufrían de Hikikomori, y que la edad media de quienes la padecían había aumentado de 21 a 32 años en dos décadas.

Los trabajadores japoneses solo suelen tomarse unos ocho días de vacaciones al año, menos de la mitad de lo que les corresponde, lo cual representa una de las principales causas de suicidio, y quien lo decide, ya sabe cuál es el destino de suicidio más popular en Japón, el bosque Jukai

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los últimos 15 años Japón logró reducir en un tercio la tasa de suicidios en el país, pero hubo una gran excepción: los niños y adolescentes.

Cifras reveladas por el Ministerio de Educación muestran que la cantidad de adolescentes que tomaron sus propias vidas es la más alta en tres décadas.De hecho, el suicidio es la principal causa de mortalidad entre jóvenes en ese país asiático. A nivel nacional los suicidios se redujeron, pasando de 34.500 anuales en 2003 a unos 21.000 en 2017. Según la OMS la caída se debió a una serie de medidas preventivas que fueron introducidas.

Entre abril de 2016 y marzo de 2017 se registraron 250 muertes por suicidio de niños en edad escolar, cinco más que el año anterior. Se trata de la cifra más alta desde 1986. Muchas de las víctimas habían reportado tener problemas familiares, sentir preocupación por su futuro y o sufrir intimidación (bullying). El Ministerio de Educación resaltó que en la mayoría de los casos -140 de las muertes- se desconocían las razones, ya que los menores no habían dejado una nota. La mayoría de los que se quitaron la vida eran alumnos de escuelas de secundaria.

Un informe publicado por la Oficina del Gabinete de Japón en 2015, que analizó los datos de suicidio infantil en el país entre 1972 y 2013, reveló que existe un pico masivo de suicidios al inicio del segundo semestre escolar, que en Japón comienza el 1 de septiembre. O sea, el día en que los jóvenes regresan al colegio. De hecho, en Japón se han implementado algunas medidas para evitar que los adolescentes opten suicidarse en vez de asistir a la escuela.

Ante esta situación, que no sólo se encuentra presente en los colegios, se ha dado la opción a los trabajadores tengan un «lunes resplandeciente» una vez al mes. Es decir, que se tomen la mañana libre y no acudan a su lugar de trabajo. Así es como el Ministerio de Economía espera recortar la cantidad de horas extra que trabajan los japoneses y motivarlos a llevar una vida más equilibrada entre lo personal y lo laboral. Esta iniciativa se suma a la del «viernes premium«, ideada el año 2017 por el gobierno para fomentar el consumo. Consiste en incentivar a las empresas para que dejen que sus empleados acaben su jornada a las tres de la tarde el último viernes del mes, el día en que la mayoría recibe su salario. De esta forma pueden dedicar ese tiempo —y dinero— a viajar y hacer compras.

Las autoridades japonesas están decididas a recortar las horas de trabajo, porque esto se ha convertido en una cuestión de salud pública. En 2016, una encuesta del gobierno en la que participaron 10.000 empleados reveló que más del 20% decía estar trabajando al menos 80 horas extras al mes.

El gobierno reconoció 236 muertes por «karoshi» durante el año fiscal de 2017. A esto se sumaron 208 suicidios reconocidos oficialmente como «karojisatsu», cuando un empleado se quita la vida debido a problemas de salud mental que se originaron en el centro de trabajo.

Foto de Matsuri Takahashi, empleada de la firma de publicidad Dentsu

Un caso muy sonado fue el de Matsuri Takahashi, una empleada de la firma de publicidad Dentsu que, en 2015 y con 24 años, se suicidó tras haber trabajado más de 100 horas extra en los meses anteriores a su muerte. Las autoridades japonesas descubrieron que la excesiva carga de trabajo de Takahashi la llevaron a quitarse la vida.

En octubre de 2017, la compañía recibió una multa de US$4.500 por haber excedido el límite de las horas extra permitidas al personal. En el mismo año, el canal de televisión NHK admitió que su reportera Miwa Sado, que había muerto en 2013 debido a un fallo cardíaco, había sido clasificada como un caso de karoshi. Sado tenía 31 años y había trabajado más de 150 horas en solo un mes.

Miwa Sado. Reportera del canal de televisión NHK

En febrero de 2018, una compañía acordó pagar US$700.000 a la familia de Kota Watanabe, un joven de 24 años que murió en un accidente de tráfico cuando volvía a casa exhausto tras una noche de trabajo. Este caso fue considerado «una advertencia» para el sector empresarial japonés.

En el año 2017, el empleado japonés promedio dedicó 1.710 horas al trabajo, una cifra mayor a la de países europeos con economías similares pero menor a la de sus pares en Estados Unidos, Corea del Sur. En este último el trabajador promedio dedicó en 2017 más de 2.000 horas, por ello las grandes compañías fueron obligadas a rebajar la jornada laboral de 68 a 52 horas semanales desde julio del mismo año.

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