Geishas. Artistas del Placer.

Una Geisha 芸者, también conocida como Geiko 芸妓 en la región de Kinki, es un término que comúnmente se asocia a una especie de prostituta japonesa caminando dando pasitos rápidos y cortos, con la cara pintada de blanco, mirada baja y oculta en su mundo interior, mientras cierra una mampara con marco de madera (shōji 障子) forrada de papel washi traslúcido, que deja ver una sexy silueta haciendo quién sabe qué. Un cliché que, además de muy imaginativo, dista mucho de su antiguo significado.

Otroras juguetes de los shogunes (comandantes de ejército) y favoritas de los samuráis, las geishas eran tradicionales artistas japonesas, que usaban sus profesionales habilidades en distintas artes como la música, el baile y la narración, con el estudio de instrumentos tradicionales, literatura y artes dramáticas como el shamisen 三味線 (instrumento musical japonés de tres cuerdas), el shakuhachi尺八 (flauta de bambú), taiko 太鼓 (tambor), canciones tradicionales, baile japonés clásico, sadō 茶道 (ceremonia japonesa del té), Ikebana 活花 (arreglos florales), poesía y teatro, con el propósito de lograr la entretención en fiestas, reuniones y/o banquetes, ya fueran de público femenino, masculino o mixto.

En la obra Sayuri. «Memorias de una Geisha», de Arthur Golden, se describen con la siguiente frase: «Ella, se pinta para ocultar su rostro, sus ojos son como el agua profunda, el deseo no existe para la geisha, el sentimiento no existe para la geisha». «La geisha es una artista en un mundo flotante. El resto, es secreto».

ORIGEN E HISTORIA

La antecesora de la geisha era la odoriko (bailarina), pero si nos remontamos unos 400 años más atrás, podríamos sacar sus raíces del «kabuki odori» (sensuales bailarinas del teatro ambulante), durante el Shogun Tokugawa (1603-1868).

El Kabuki (teatro japonés), nació como una forma de divertir a la clase media de la Era Edo, con representaciones en Osaka y Kioto. Fue una explosión y un tributo a la vida, ya que con Tokugawa se cerraba casi un siglo de guerras y campos de sangre, así como de caos político. Es considerado uno de los tres tipos de teatro clásico que junto con el Noh (teatro de máscaras con motivos shinto) y el Bunraku (teatro de marionetas), gozan de una gran popularidad dentro de la cultura japonesa, declarado por la UNESCO como Obra Maestra de Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad en el año 2005.

Estas bailarinas, hermosamente ataviadas en kimonos de seda, llamaban la atención por la sensualidad en sus movimientos y la carga lasciva y erótica que las acompañaban. Estas representaciones se llevaron al teatro, y rápidamente se extendieron por todo el país. Muchas mujeres se valieron de estas danzas para llamar la atención de los hombres, a tal punto que las prostitutas armaban también los suyos.

Para sorpresa de muchos, antiguamente la mayoría eran hombres, conocidos como hōkan 幇間 o taikomochi 太鼓持. Alrededor del Siglo XVII, los hombres se empezaron a cansar de las cortesanas, que, a pesar de ser muy cultas, no gozaban de la libertad para salir de su casa, y mucho menos de su distrito. Por lo tanto, muchas cortesanas comenzaron a retirarse de su trabajo con el fin de empezar una nueva vida y los hombres disfrazados ocuparon su lugar.

Nuevamente, para mediados del 1800, las geishas femeninas (conocidas originalmente como «onna geisha», literalmente «geisha mujer»los superaron en número de tres a uno, y el término «geisha», comenzó a usarse para referirse a las mujeres con habilidades para el entretenimiento, como en la actualidad.

Sus presentaciones se hicieron más conocidas durante la Restauración Meiji, un periodo de cuatro años (1866-1869) que abarca parte del Período Edo (también denominado Shogunato Tokugawa tardío) y el comienzo de la Era Meiji (1868-1912).

ENTRENAMIENTO MAIKO O MINARAI

La apariencia de una geisha cambiaba a lo largo de su carrera, desde la femenina y maquillada maiko (aprendiz de geisha), hasta la apariencia madura de una geisha mayor y consolidada. Debido a la miseria y hambruna con la que contaban algunos campesinos de la época, las niñas eran vendidas a las okiya (casa tradicional que da alojamiento a una maiko o geisha mientras dura su nenki, o contrato). La niña vendida adquiría así una «deuda» con su compradora u okaasan, quien corría con todos los gastos de comida, pensión, kimonos y entrenamiento de las chicas, que después pagaría con el dinero que ofrecerían por ella los hombres que solicitaran sus atenciones cuando se convirtiera en maiko, y más tarde en geisha.

Al principio pasaban por una etapa de trabajo conocida como shikomi. En esta etapa, debían hacer tareas de limpieza y obedecer todo tipo de órdenes que se les encargaran, para luego comenzar su entrenamiento en varias artes tradicionales. Las geishas a veces trabajaban como criadas o asistentas de las más experimentadas, y más tarde como minarai, aprendices de geisha o maiko, cuando pasaban de pintarse solo el labio inferior (distintivo de las minarai) a pintarse ambos.

Durante su primer mes de entrenamiento, solo se dedicarían a observar y adaptarse. El tiempo de aprendizaje se prolongaba tradicionalmente desde los 15 ó 16 años hasta los 21, donde la maiko pasaba a ser geisha veterana en una ceremonia llamada Erikae (cambio de cuello) donde el cuello de su kimono (eri) pasaba de color rojo a blanco y se emparejaba con una onee-san, que se convertiría en su mentora y guía durante su aprendizaje en el «Mundo de la Flor y el Sauce» (karyukai, nombre que utilizan las geishas para referirse a su mundo particular), haciendo todo lo posible para que fuera famosa, talentosa y respetada.

VESTIMENTA, PEINADO Y MAQUILLAJE

Para poder vestir el kimono, las geishas y maikos necesitaban ayuda de otra persona. Años atrás, este ayudante de vestuario era un hombre. Actualmente, suelen ser mujeres de mediana edad, aunque sigue habiendo hombres. Estos ayudantes se denominan otokosu. Se encargan de vestir a las geishas, ajustando el kimono y atando el obi. Es uno de los pocos oficios que puede ejercer un hombre en este mundo de féminas. Los otokosu suelen ser hijos de mujeres que trabajan en las okiya o hijos de antiguas geishas u okasan. Actualmente, sólo hay cinco en Kioto.

Una geisha o maiko necesitaba vestir una determinada ropa interior antes de ponerse el kimono. No vestían la ropa interior occidental, sino que llevaban unas cintas largas de color blanco alrededor del pecho y de las caderas. Era difícil acostumbrarse a ir al servicio con estas prendas. Encima de ellas, se ponía una prenda de algodón con la forma del cuello del kimono, que llegaba aproximadamente por las rodillas. Sobre esta prenda se ponía el nagajuban (prenda usada debajo del kimono a modo de kimono interior).


Nagajuban

El nagajuban, para las maiko, siempre era de color rojo y podía tener estampados florales. Estos estampados podían ser de color blanco, o dorado para las ocasiones especiales. En el caso de las geishas, su nagajuban era de color rojo, rosa o rosa pálido, y sus estampados eran también florales. El kimono se confeccionaba a partir de un tan, medida tradicional japonesa que consta de 37cm de ancho y 12 metros de largo. En el caso del kimono de una geisha o maiko, se debía confeccionar a partir de dos tan. Esto es así porque los kimono de maikos y geishas eran mucho más largos que los kimonos normales, como puede ser un houmongi (kimono para asistir a fiestas o cenas elegantes), un tomesode 留袖 (vestimenta formal usada por mujeres casadas), un furisode 振袖 (variedad de kimono reconocible por sus mangas largas), entre otros.

Houmongi

Por encima, unos calzones largos para no «mostrar de mas» si el kimono se abría accidentalmente por delante. Sobre estas prendas se lleva una especie de blusa ligera, del mismo corte del kimono, llamada hadajuban, aunque más corta. Sobre ella va el kimono, que luego se sujeta por un cordón llamado datejime. Sobre esta se lleva el nagajuban, cuya tela se ve por debajo del kimono y es de color rojo (para la maiko) o rosa (para la geiko). Sobre este se sujeta el obi (broche), a su vez sujeto por un cordón llamado Obijime. En este se prende el broche de obi, llamado pocchiri para la maiko, muy adornado; u obi dome, más discreto, para una geisha veterana.

También es importante destacar la longitud de las mangas. Las aprendices (maiko) utilizan furisode de mangas que llegan casi hasta el suelo. Según van avanzando de edad y nivel en la profesión, las mangas tornan a tomesode, más cortas, de color más oscuro y de corte más elegante.

Furisode

El color, diseño y estilo del kimono dependen de la estación y evento en el que las geishas estén atendiendo. En invierno, las geishas pueden ser vistas llevando un haori (abrigo adornado con seda pintada sobre su kimono). Los kimonos forrados son usados durante estaciones frías, y los ligeros o de gasa de seda durante el verano.

La geisha utiliza sandalias de suela baja de manera y laca, llamadas zori, y en interiores lleva sólo los tabi (calcetines divididos en los dedos). En zonas nevadas, las geishas utilizan zuecos de madera, llamados geta. Las maiko llevan altísimos zuecos negros, okobo. Los kimonos de las maiko son muy coloridos, con diversos diseños de flores y paisajes.

Zori

Había dos tipos de geishas, las de ciudad 市 (machi ) que trabajaban independientemente en fiestas fuera de los «barrios de placer», y las de barrio (kuruwa). Las geishas de machi y de kuruwa no se distinguían en términos de cómo entretener: ambos tipos de geishas cantaban, bailaban y aprendían otras artes tradicionales. Sin embargo, la diferencia era que el incienso utilizado para marcar la duración del servicio como especie de reloj, era menor para las kuruwa que para las machi, puesto que entretenían en lugares con menos aglomeración de personas y con un público más selecto. Al declinar el nivel artístico de las cortesanas, las geishas -hombres y mujeres- tuvieron mayor demanda.

GEISHAS EN LA ACTUALIDAD

En el Japón moderno, las geishas y maiko son bastante inusuales. En los años 1920 se contaban alrededor de 80.000, pero hoy en día apenas llegan a 1000, debido a la Segunda Guerra Mundial. De todas maneras, dos de los barrios más prestigiosos y tradicionales de geishas se conocen como Gion y Pontocho, en la ciudad de Kioto, donde los visitantes aún pueden observar algunas maiko caminando por las calles. Las geishas de estos distritos son conocidas como geiko.También son muy conocidos los hanamachi 花街 (distritos autorizados para ser habitados por geishas y maikos) de Tokio, como Shimbashi, Asakusa y Kagurazaka.

Las geishas y maikos cuentan con un pacto de silencio, por lo que cualquier hombre puede estar tranquilo con las conversaciones que se mantengan delante de ella, o con ella. Se distinguen por sus modales, su obligación de ser refinadas en todo momento les impide hacer cosas como comer en restaurantes de comida rápida, ir de compras en supermercados regulares o incluso usar bolsas plásticas.

Hasta el día de hoy, las shikomi también trabajan en tareas hogareñas, pueden vestirse a lo occidental y asisten a la escuela del karyukai, para aprender las artes tradicionales del país. Las jóvenes con aspiraciones a geisha comienzan su entrenamiento después de completar los primeros años de secundaria o estudios superiores, empezando su carrera en la edad adulta. Se les acostumbra a su independencia impidiendo toda comunicación con su familia por uno o dos meses.

Las geishas modernas viven en okiya (casa tradicional que da alojamiento a una maiko o geisha mientras dura su nenki, o contrato), aunque las más experimentadas y libres de deudas pueden llegar a vivir en sus propios departamentos.

Una economía ralentizada, pocos intereses en las artes tradicionales, la inescrutable naturaleza del mundo de las flores y sauces y el coste de este servicio, han contribuido a que la tradición decline. Sin embargo, la gran cantidad de turistas ayuda a que siga viva la llama folclórica, debido a que la geisha es considerada una imagen mítica de Japón.

Las geishas son contratadas para asistir a fiestas y encuentros, tradicionalmente en casas de té 茶屋 (chaya) o tradicionales restaurantes japoneses riotei 料亭 (ryōtei). Su tiempo es medido según lo que se demora en consumirse un incienso (senkodai 線香代 senkōdai o «palo de incienso tarifario» o gyokudai 玉代 «joya tarifaria»). Otro término para trazar la tarifa es ohana (flores tarifarias). El cliente realiza el convenio a través del sindicato de geishas 検番 (kenban), que mantiene el horario de cada geisha y hace sus citas de entretenimiento o entrenamiento.

GEISHAS Y PROSTITUCIÓN

Aún existe cierta confusión, especialmente fuera de Japón, sobre la naturaleza de la profesión de las geishas. Esta confusión se complicó debido a la comparación con las oirán 花魁 (término que se refiere a una cortesana de alto rango), particularmente en los onsen 温泉 (saunas o baños termales), que también vestían kimonos y solían maquillarse de forma similar, pero que se ocupaban de los prostíbulos y tenían su propia jerarquía.

La geisha podía contraer matrimonio, pese a que la gran mayoría prefería retirarse antes de casarse, y podían tener hijos fuera del matrimonio. Ahora también pueden ir a la universidad y se cree que son totalmente libres de elegir un novio o amante. Es conocido que los compromisos generalmente incluyen coquetear e incluso bromas sugerentes (no obstante codificados en maneras tradicionales), todavía se mantiene el debate debido a cierto secretismo encubridor que trata como tabú el tema de las actividades sexuales y que se ve amparado por el propio hermetismo social japonés para discutir abiertamente temas de esta índole.

Algunos afirman que nunca incluyen actividad sexual, que una geisha no es pagada por sexo y que algunas pueden elegir tener una relación que incluya el sexo con algún cliente fuera de su rol como tal. Sin embargo, tales afirmaciones siguen discutidas por otros que afirman lo opuesto.

Fue tradicional para las geishas tener un danna, o amante, generalmente un hombre adinerado, algunas veces casado, que tenía recursos para financiar los costes del entrenamiento tradicional de la geisha y otros gastos considerables. Aunque una geisha y su danna podrían estar enamorados, la relación estaba sujeta a la capacidad del danna para entregar algún aporte financiero. Los valores y convenios ligados a este tipo de relaciones no son bien comprendidos, incluso entre los japoneses.

Actualmente se especula sobre la antigua existencia de una costumbre en el mundo de las geishas que hoy en día nos puede llegar a resultar algo brutal o hasta incluso traumático. Dicha costumbre consistía en vender la virginidad de las aprendices (Maiko) al cliente (danna) que ofrecía la mayor suma de dinero por ellas. A esta práctica, que se prohibió en el año 1959, se la llamaba «Mizuage» 水揚げ, y se la consideraba como una ceremonia en la que la joven maiko dejaba de ser una niña para convertirse en una adulta.

Esta ceremonia llegaba a durar hasta siete días, durante los cuales se conocían y el último día se realizaba la pérdida de la virginidad. Una vez que la maiko perdía su virginidad, cambiaba su aspecto y vestimenta con la cual se distinguía que ya no era una niña. El dinero recaudado normalmente era usado a favor de la joven maiko, con el cual se costeaban sus gastos en cuanto a aprendizaje e indumentaria. Por otra parte, en algunos casos, la okiya (casa tradicional que da alojamiento a una maiko o geisha mientras dura su nenki, o contrato) se quedaba con todo el dinero para pagar la deuda de la aprendiz.

La publicación de la novela «Memorias de una geisha» generó gran polémica sobre este tema, porque aumentó el debate sobre si las geishas venden o vendían su virginidad. Por el contrario, la ceremonia se celebraba poco antes del erikae (cambio de cuello), y consistía en visitar a todos los clientes y clientas más cercanos, agradecerles el cuidado prestado durante el aprendizaje de la maiko y finalmente, entregar un dulce japonés a cambio de ayuda financiera.

Al contrario de como se suele afirmar, la geisha no atiende solamente a hombres. Desde sus inicios, también tenía clientas con las cuales forjaba relaciones, tal como con un cliente masculino. Incluso, muchas veces se celebraban cumpleaños infantiles o adultos con geishas como compañía.

GEISHAS EN LA CULTURA POPULAR

El creciente interés en la apariencia exótica de las geishas ha creado varios fenómenos culturales en Japón y Occidente. Recientemente las líneas de maquillaje inspiradas en las geishas fueron llevadas a Occidente después de la popularidad alcanzada por la novela y película «Memorias de una geisha», que se encuentra muy por debajo del realismo de la autobiografía «Vida de una geisha», de la geisha Mineko Iwasaki, con la colaboración de Rande Brown.

En 1999, la cantante Madonna apareció en el video musical «Nothing Really Matters», con una vestimenta inspirada en el de las geishas con maquillaje blanco.

Kokoro. «Dead or Alive»

En 2005, la compañía japonesa de videojuegos Tecmo, lanzó la cuarta entrega de «Dead or alive», donde aparecía un nuevo personaje llamado Kokoro, una joven de 17 años que entrena con su madre para convertirse en una geisha, a pesar de negarse al principio a seguir su adiestramiento. Al final del videojuego, se puede apreciar cómo supera su negación y logra convertirse en una tradicional geisha al igual que su madre. En la intro del juego, en varios promocionales así como en el manual, se la puede ver con un kimono rosa tradicional, que irónicamente no puede ser utilizado en el juego.

En «Código Lyoko», una serie creada por Antefilms (actualmente MoonScoop), se puede ver que una de las protagonistas, Yumi Ishiyama, lleva un traje de geisha cuando entra en LYOKO. En la 4ª temporada de esta misma serie, la podemos ver como una especie de «geisha futurista», al igual que Ulrich con su traje de samurái.


The barbarian and the Geisha

En el sitio web «Geisha Wiki», puedes acceder a una gran cantidad de información (en inglés) sobre este tema. Así mismo, en el documental «La vida secreta de las Geishas» se muestra a través de relatos personales y opinión de historiadores sobre la historia y cultura del mundo karyukai. A partir del minuto 19:09 de este documental, se nombra a Townsend Harris (el primer Cónsul Americano en Japón) y el romance que sostuvo con la Geisha Okitchi, la primera geisha en enamorarse de un occidental, que posteriormente dio lugar a la película «The barbarian and the Geisha», con John Wayne. El romance fue real, pero en el final de la película no lo es, típico de Hollywood.

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