
La relación entre el Antiguo Egipto y la Biblia tiene su evidencia partiendo de los textos sagrados. Egipto fue uno de los primeros lugares a los que se expandió el cristianismo, debido a su proximidad con Palestina. Se dice que el propio apóstol San Marcos fue quien realizó las primeras predicaciones en tierras del Nilo. Desde Abraham, el pueblo hebreo no dejó de hacer alusiones a Egipto, la Arqueología Bíblica, la Paleografía y la propia Egiptología han aportado conocimientos sobre ciertos pasajes del Antiguo Testamento relacionados con algunos personajes Bíblicos como Moisés, José, Jaicob, entre otros.
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Los coptos son objeto de curiosidad para los cristianos europeos desde hace siglos. Por ejemplo, Lucie Duff Gordon, famosa diseñadora de moda británica del final del siglo XIX que vistió a la alta sociedad, la aristocracia, la realeza y actrices del cine mudo y sobreviviente del naufragio del Titanic, escribía en 1860 que le parecía evidente que eran faraones por sus rasgos físicos: nariz ligeramente aguileña, ojos grandes, mismas caras de las tumbas y pinturas bizantinas.

Edward Lane, orientalista, traductor y lexicógrafo británico, conocido por su traducción de «Las mil y una noches» en 1840, insiste sobre este tema en «The Manners and customs of the modern egyptians» (Usos y costumbres de los egipcios modernos), publicado por la Society for the Diffusion of Useful Knowledge y asegura que están mezclados, como es obvio tras el paso de los siglos, con nubios, griegos, árabes y abisinios. El trabajo en parte se modeló como el libro de Alexander Russell, The Natural History of Aleppo (1756).
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A principios del siglo XX, Gerald Massey, poeta y escritor inglés sobre espiritismo y antiguo Egipto alegaba que hay similitudes entre el dios egipcio Horus y Jesús. Massey afirma que el 25 de diciembre se eligió como fecha del nacimiento de Jesús basándose en el nacimiento de Horus, pero el Nuevo Testamento no incluye ninguna referencia a la fecha o época del año en que nació Jesús.

Más recientemente, Tom Harpur, ex sacerdote anglicano, periodista y profesor de griego y de Nuevo Testamento en la Universidad de Toronto ha expresado opiniones similares en su libro El Cristo pagano, un best-seller de no-ficción publicado en 2004 donde apoya la teoría del mito de Cristo. Harpur detalla historias y dichos en el Nuevo Testamento que afirma también aparecen en los mitos antiguos, en particular señalando las similitudes entre Jesús y el dios solar egipcio Horus. Por ejemplo, afirma que una serie de culturas paganas en las diferentes regiones y períodos de tiempo se basaron en temas simbólicos como el nacimiento virginal, el dios padre, la estrella en el este, la resurrección de los muertos, el descenso a los infiernos, la crucifixión, la resurrección y otro muchos.
Jesús nació de una virgen llamada María, al igual que Horus nació de una viuda llamada Osiris que rescató trozos de su marido muerto a manos de Seth para fecundarse con su pene, lo que sería una madre soltera hoy día. Ambos fueron llamados «El Salvador» y tenían el misterioso don de transmutar la materia y resucitar muertos. Por si fuera poco, tanto Jesucristo como Horus murieron asesinados y resucitaron al tercer día para ofrecer a sus seguidores la promesa de la vida eterna. Los cristianos, desde los tiempos de Hipólito de Roma, celebran el 25 de diciembre como el nacimiento del Redentor, curiosamente el mismo día que nació Horus, aunque en la Biblia no menciona fecha alguna.
Así mismo, en la década de 1940, Alvin Boyd Kuhn, teósofo y defensor de la teoría del mito de Cristo sugirió que no solo la cristianidad, sino también el judaísmo se basaban en conceptos egipcios.

En el zodiaco chino, el conejo simboliza la longevidad, la gracia, los buenos modales, la elegancia, el consejo sano, la bondad y la sensibilidad, equivalente al gato en el Antiguo Egipto y durante la Edad Media pero con un significado diferente. En la mitología egipcia, el gato era una encarnación del Dios Ra (dios del cielo, del Sol y del origen de la vida en la mitología egipcia) como enemigo de la Serpiente Apofis (encarnación del caos, de la insurrección armada, representante de las fuerzas maléficas que habitan el Duat y las tinieblas), pero alcanzó el sumum de su influencia cuando se lo consideró encarnación de la Diosa Bastet (diosa de la guerra en el Bajo Egipto, región del Delta del Nilo, antes de la unificación de las culturas del antiguo Egipto). El felino era considerado un animal divino y protector contra las energías negativas. Existe una gran semejanza entre los nombres de los dioses egipcios con nuestros modernos signos astrológicos, siendo:
Egipcios: la Oveja; el Toro; Dos Hombres de Manos Entrelazadas; el Escarabajo; el León; la Doncella; el Horizonte; el Escorpión; el Que Tiende un Arco; la Cabra; el Aguatero; los Peces.
Modernos: Aries, el Carnero; Tauro, el Toro; Géminis, los Gemelos; Cáncer, el Cangrejo; Leo, el León; Virgo, la Virgen; Libra, la Balanza; Escorpio, el Escorpión; Sagitario, el Arquero; Capricornio, la Cabra; Acuario, el Portador de Agua y Piscis, los Peces.
En la Edad Media, época marcada por el escepticismo, el gato era considerado un elemento de brujería, al ser las mascotas preferidas de las brujas. En sus inicios, el cristianismo – sobre todo los Padres de la Iglesia -, se dio cuenta de que la astrología contradecía la doctrina católica, pues de algún modo parecía contradecir el libre albedrío. La postura oficial de la Iglesia Católica fue la del rechazo y el condenar a sus seguidores.
ISIS EN OCCIDENTE

Conocida por los romanos como «la de los mil nombres», expresa la divinización de los conceptos de la maternidad y la fertilidad, por lo que frecuentemente es presentada por la mitología egipcia como una entidad benévola y amable.
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Los reyes griegos que gobernaron Egipto como faraones durante periodo helenístico (323- 30 A.C.), desarrollaron una ideología que los vinculaba tanto con los dioses egipcios como con los griegos, para fortalecer su derecho al trono ante los súbditos de ambas civilizaciones, estableciendo paralelismos entre las deidades egipcias y las suyas propias, en un proceso conocido como interpretatio graeca. Los templos de deidades egipcias fuera de Egipto, como la Basílica Roja de Pérgamo, o el Templo de Isis en Pompeya o el Iseum Campense en Roma, fueron construidos en un estilo fundamentalmente grecorromano, y un objeto de veneración en estos templos era el agua, que se consideraba un símbolo de las aguas del Nilo.

El ritual más frecuente de los templos para cualquier dios era el de la ofrenda diaria, en el que los sacerdotes vestían la imagen de culto de las deidades y le ofrecían comida. Sus seguidores desarrollaron fiestas propias como la Navigium Isidis o Nave de Isis (antigua fiesta religiosa anual romana), así como ceremonias de iniciación parecidas a las de otros cultos mistéricos grecorromanos. Los templos también celebraban muchas fiestas a lo largo del año, algunas a nivel nacional y otras muy locales. En la época romana, los egipcios de todo el país celebraban su cumpleaños, la Amesysia, llevando su estatua de culto local a través de los campos, probablemente en celebración de sus poderes de fertilidad. Los sacerdotes del Templo File celebraban un festival cada diez días cuando la estatua de culto de Isis visitaba la vecina isla de Bigeh, cercana a la primera catarata del Nilo.
Isis se convirtió en la diosa protectora de la reina Cleopatra VII en Alejandría, capital de Egipto durante la época grecorromana y de emblemáticos monumentos como el gigantesco y famoso Faro de Alejandría. Frecuentemente, Cleopatra VII utilizaba el epíteto «la nueva Isis». De esta manera, pasó a considerarse la patrona de los navíos y de sus tripulantes, lo que contribuyó a que su culto se extendiera por todo el Meditarráneo. Los griegos consideraban la religión egipcia exótica y a veces extraña, pero cargada de sabiduría antigua. Como otros cultos de las regiones orientales del Mediterráneo, el culto a Isis atrajo a griegos y romanos aprovechando sus orígenes exóticos, pero la forma que tomó después de llegar a Grecia fue notablemente helenizada.

El culto de Isis llegó a Italia y a la esfera de influencia romana en algún momento del siglo II a.c. Se le erigieron santuarios y altares en la Colina Capitolina o Plaza del Capitolio y llegó a ser tan popular que el emperador Calígula (Julio César) construyó un templo en su honor en los Campos de Marte de Roma, un terreno que se extendía al norte de las Murallas Servianas edificadas por el sexto rey de Roma, Servio Tulio. Los cultos egipcios se enfrentaron a una mayor hostilidad durante la cuarta guerra civil de la República romana en el 30 a.c., cuando Roma, dirigida por Octavio, el futuro emperador Augusto, luchó contra el Egipto de Cleopatra. Tras la victoria de Octavio, se prohibieron los santuarios de Isis.
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En el cristianismo, la adoración a Isis también dejó sus huellas. El historiador y arqueólogo húngaro Andreas Alföldi, sostenía en los años 1930 que el festival medieval del Carnaval (celebración antes de la cuaresma cristiana), en el que se llevaba una reproducción de un barco, se desarrolló a partir del Navigium Isidis. Tanto Hugh Bowden como Jaime Alvar, especialistas en los antiguos cultos mistéricos, sugieren que las similitudes entre el cristianismo y dichos cultos de resurrección no se originaron en el simple hecho de tomar prestadas las ideas, sino en su procedencia común, es decir, en la cultura grecorromana en la que se desarrollaron todos ellos.

El clasicista R. E. Witt veía a Isis como la «gran precursora» de María, y señaló que ambas tenían en común varias esferas de influencia, como la agricultura y la protección de los marineros y comparó el título de María como «Madre de Dios» con el mismo epíteto de Isis, al igual que el de ambas como «Reina de los Cielos». Stephen Benko, un historiador estudioso del cristianismo primitivo, argumenta que la devoción a María estaba profundamente influenciada por la adoración de varias diosas paganas, no solo de Isis. En contraste, John McGuckin, un estudioso de la Iglesia, dice que María adquirió rasgos superficiales de estas diosas en la iconografía, pero que los fundamentos de su culto eran completamente cristianos. El arqueólogo canadiense Vincent Tran Tam Tinh señala que las últimas imágenes de Isis amamantando a Horus datan del siglo IV D.C., mientras que las primeras imágenes de María amamantando a Jesús datan del siglo VII D.C.
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